21º Domingo Ordinario - C

domingo, 15 de agosto de 2010
22 Agosto 2010

Isaias: De entre las naciones traerán a todos vuestros hermanos.
Hebreos: El Señor reprende a los que ama.
Lucas: Vendrán de Oriente y de Occidente y se sentarán a la mesa del reino de Dios.


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Juan García Muñoz.

2 comentarios:

{ Paco Echevarria } at: 15 agosto, 2010 13:49 dijo...

EL NÚMERO DE EL NÚMERO DE LOS SALVADOS
(Lc 13,22-30)


En tiempos de Jesús, el número de los que iban a salvarse era un motivo de preocupación. Sobre este tema había dos posturas extremas. La doctrina oficial contenida en la Misnah decía que todo Israel tendría parte en el mundo futuro. Sólo estarían excluidos ciertos pecadores en materias especialmente graves. Los heterodoxos, por el contrario, creían que el mundo futuro iba a traer consolación para unos pocos y tormento para muchos. Detrás de la primera postura está la idea de la elección: para salvarse – venían a decir– sólo es necesario pertenecer al pueblo de Dios; detrás de la segunda, está la idea de la responsabilidad moral del hombre. El problema es que ambas conducen a la pasividad: si todos se salvan ¿para qué preocuparse? Si se salvan sólo unos pocos ¿para qué esforzarse?

Cuando plantean a Jesús el tema, él elude la respuesta y se limita a decir que no es el número lo que importa, sino el entrar en el Reino. Saber el número de salvados no resuelve nada. Lo que verdaderamente importa es saber la manera de conseguirlo. Y sólo hay una forma: con el esfuerzo. La metáfora de la puerta estrecha es una forma gráfica de decir que no hay que posponer la decisión de convertirse. Si se deja para el último momento puede ocurrir como en las aglomeraciones de última hora: que sólo entran unos cuantos.

La verdad es que resulta chocante hablar de esfuerzo y de puertas estrechas en una cultura como la nuestra donde la técnica todo lo hace fácil y donde la comodidad y el bienestar son valores predominantes. Pero así son las cosas. El reino de Dios es un regalo del cielo frente al cual el hombre ha de asumir su propia responsabilidad. Las palabras de Jesús vienen a decir que no es suficiente con estar bautizado y llevar una vida religiosa fiel. Cuando se cierra la puerta del banquete sólo participan los que se han esforzado por estar dentro. De nada sirve haber escuchado la palabra. Sólo el que la hace suya y vive de acuerdo con ella logra pertenecer al grupo de los comensales.

La sorpresa llega al final cuando se descubre que entran primero los que no tenían entrada, mientras que los que estaban tan frescos con su entrada en el bolsillo son los últimos en acomodarse. Ni que decir tiene que Jesús está hablando de los judíos y de los paganos. Pero sus palabras son perfectamente aplicables a nuestro tiempo. Son un aviso para, fiándose de su suerte, olvidan la exigencia y el compromiso. El evangelio propone un difícil equilibrio entre el don y el mérito: la salvación es un regalo –Dios prepara el banquete– que el hombre ha de aceptar acomodando su vida a sus exigencias y valores –hay que entrar con el vestido de fiesta–. Cuando se pierde este equilibrio se caen en posturas extremas que o anulan el don o anulan la libertad.

Maite at: 18 agosto, 2010 10:10 dijo...

Jesús:

Muéstranos dónde se encuentra
la pequeña puerta estrecha,
que la grande ya sabemos dónde está,
que la senda que va hacia ella
ya está hecha,
y la otra la hace cada cual al caminar.

Y no dejes que nos preocupemos tanto
por la salvación de los demás,
sino que tengamos hambre y sed,
que trabajemos, para que venga ya a este mundo nuestro tu Reino de justicia y tu paz.

Que creemos que te conocemos, y que derechos tenemos,
pues comemos y bebemos
en tu casa y te alabamos,
pero lo que Tú nos pides
es sólo que te escuchemos,
y que lo que Tú nos dices
lo guardemos y vivamos.

Que miremos que en tu Reino
no se cumple nuestra ley,
que los que eran los primeros
pronto lo dejan de ser,
y son los de última hora,
los que amaron con sus obras,
los que llegan los primeros
y se gozan en tu gloria.