CUARESMA-01-A

domingo, 2 de marzo de 2014
9  MARZO 2014
1º  DOM-CUARESMA-A
MA­TEO 4,1-11: Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo.

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 02 marzo, 2014 08:56 dijo...

PARA SER TENTADO

Tras el bautismo y ya presentado como mesías, Jesús tiene que afrontar la tentación. El evangelista no dice que sufrió la tentación sin más, sino que fue llevado al desierto -lugar tradicional de la prueba y el cambio interior- para ser tentado por el diablo. Es, por tanto, una prueba por la que tiene que pasar necesariamente. La pregunta es: ¿por qué? ¿qué necesidad había de ello? Evidentemente la experiencia de Jesús no tiene como objetivo comprobar su nivel moral. Más bien parece un recurso para mostrar al lector la solidez de su espíritu y la clara conciencia que tenía de su misión. Jesús sufrió la tentación para indicar, con su fidelidad, el camino de la vida en contraposición con Israel que, sometido a la misma prueba, sucumbió.
Pero de poco nos vale semejante ejemplo si antes no nos aclaramos sobre el significado de la tentación en sí misma. Para ello es necesario, ante todo, tener en cuenta que la tentación no es un medio utilizado por Dios para conocer lo que hay en el interior del corazón humano -“Tu escrutas los corazones” (Sal 7,10)-, sino que, al contrario, es un servicio divino por el que Dios nos enfrenta a nuestra propia verdad. No somos tentados para que Dios nos conozca, sino para que podamos conocernos a nosotros mismos. No vamos al médico para que sepa lo que tenemos, sino para que -con diversas pruebas- nos ayude a ver cómo estamos.
La tentación -como la crisis- es condición indispensable del crecimiento, porque ayuda al conocimiento de sí mismo, pone de relieve las debilidades, permite formular metas, baja los humos de la vanidad y humaniza a quien la sufre. Cuando en el Padrenuestro pedimos, no decimos “líbranos de la tentación” como cabría esperar, sino “no nos dejes sucumbir en la tentación”. La tentación -como el dolor- es una buena herramienta porque con ella se avanza rápido en el camino interior.
Vistas así las cosas, las tentaciones de Jesús nos parecen tres advertencias a sus seguidores: no se deben convertir las piedras -la dureza- de la vida en panes gratos al paladar, sino que es mucho más importante conocer la palabra -la voluntad- de Dios; no es bueno tentar a Dios asumiendo -imprudentemente- riesgos innecesarios, que Dios no está para corregir nuestras insensateces y, actuar de esa manera, no es confiar más en él, sino tomarlo de lazarillo; y -sobre todo- no hay que sucumbir ante los poderes de este mundo. Sólo Dios es dios. Lo que pasa de ahí es idolatría.
Añade Mateo que, superada la tentación, el diablo se retiró y entraron en escena los ángeles. Quien ha resistido la noche sin sucumbir, gozará de las alegrías del día. Jamás seremos tentados por encima de nuestras fuerzas: Dios quiere que vivamos.

Maite at: 03 marzo, 2014 20:40 dijo...

El tentador, al que Santa Teresa llamaba "sucia bestia", es cobarde y traidor, astuto y mentiroso. Se acerca cuando hay hambre: de pan, de afecto, de gloria y poder, en situaciones de debilidad. Se vale de argumentos convincentes barnizados de bien y adobados de piedad. Es sutil e intenta hacernos creer que Dios está a nuestro servicio con milagros fáciles y espectaculares avalados por la Sagrada Escritura. Busca la adoración que solo a Dios se debe. Su forma de acercarse es siempre la misma: halaga y acaricia, adula y pone en un altar lo que más apreciamos, nuestro inmenso YO.

La tentación es ocasión y desafío, reto y oportunidad, de elegir a quién queremos adorar y servir, a quién queremos obedecer. Y el momento de poner en su sitio a nuestro yo, que es a los pies de Dios y de los demás. Este camino no lo puede comprender el tentador pero es el elegido por Jesús y el que propone a todo el que le sigue.

El de Jesús es el camino del buen samaritano, del grano que cae en el surco y muere para dar fruto, el de quien pasa haciendo el bien, quien se ciñe la toalla para lavar los pies a los demás. Es un camino de vida, donde a fuerza de entregarla cada día se convierte en un surtidor que salta en nuestro interior renovándose sin cesar.

La propuesta del tentador viene cargada de gloria y poder y su camino conduce a la muerte. De Jesús aprendemos a hacerle frente sin dialogar con él.

No somos reos del diablo ni propiedad suya. El Génesis nos recuerda que somos hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza, y que podemos elegir a quién obedecer.

Pero todos caemos en la tentación de una u otra forma. El salmista pone entonces en nuestros labios una de las oraciones penitenciales más bellas para arrojarnos en brazos de nuestro Padre. Y nos enseña a pedir misericordia apelando a la bondad y compasión de Dios. A implorar un corazón puro y un espíritu firme y generoso, la alegría y una boca que proclame, sin lastre en el corazón, la alabanza de un Dios que perdona y salva.

Bienvenida, Cuaresma de este año de gracia y misericordia 2014. Emprendemos a través de ti el camino hacia la Pascua en medio del desierto, con la reflexión, la meditación de la Palabra y la oración, el ayuno y la limosna. Sabiendo que ante la tentación no estamos solos. Jesús, que la sufrió y venció, va con nosotros. Él guía nuestros pasos y nos libra de todo mal.

Juan Antonio at: 06 marzo, 2014 20:55 dijo...


Iniciamos el camino de la Cuaresma, de esos cuarenta días que nos separa del Triduo Pascual, este domingo ya el quinto y desde ya, en el día de hoy (5.3.14) se hace el anuncio de esa triple gloria de Cristo, conforme al Evangelio de S. Lucas, su Pasión, su Muerte y su Resurrección, que harán del cristiano, su seguidor, si es que pasa por el mismo camino de Jesús.
Este Domingo la Palabra que nos propone la liturgia son las tentaciones de Jesús en el Evangelio de S. Mateo y en las dos primeras, el hombre viejo, el pecador y el Hombre salvador.
La tentación, todos sabemos que no es pecado, pero tendremos de ella el mismo concepto que del pecado, es decir si yo no tengo conciencia de pecado, qué es el pecado, de lo que es pecado, en modo alguno tendré conciencia de la tentación, serán cantos de sirenas que tanto abundan en el día de hoy en todos los aspectos, personales, económicos, laborales…. Y que nos llevarán de un sitio para otro, ansiando esos desacertados cantos.
En el Padrenuestro Jesús nos enseñó que pidiéramos al Padre no caer, no que no fuéramos tentado, pues la tentación, la prueba como también la llaman los entendidos, es el crisol de nuestra vida de cristiano, de nuestra disposición en el seguimiento de Jesús, pues si no hubiera tentación, es como si todo el mundo fuera rico, no habría problema de ninguna clase, todos contentos, todos tendríamos de todo y no habría necesidad de nada, es decir todo gris, todo soso.
La tentaciones de Jesús, todas van encaminadas contra su misión y filiación divina y de ellas quiero fijarme en la primera, no sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale dela boca de Dios.
Cuantas cosas nos buscamos, de cuantas cosas nos rodeamos, cuantas superfluas y sin utilidad en nuestras vidas, pero como siempre olvidamos esa mejor parte, la Palabra de Dios que de antiguo nos trajeron los profetas y enviados y cuando llegó la plenitud de los tiempos, nos fue revelada por Jesús y nos relata los Evangelio y los restantes libros del Nuevo testamento, dándonos a conocer el rostro de Dios y su amor a la humanidad
Tenemos cuarenta días para seguir la Palabra de Dios, no sólo su lectura, su meditación, sino vivirla, hacerla carne de nuestra carne y vida en nuestra vida, atrevernos a vivir el Evangelio y así y en las situaciones de nuestras vidas, preguntarnos ¿y Jesús qué haría?
Tenemos cuarenta días, para ayunar no solo de pan, sino de todo los que nos sobra que no es de Dios y cada uno veamos nuestro interior y abrazarnos a Jesús y seguir con Él su camino hacia Jerusalén para vivir lo que Él vivió,
Tenemos cuarenta días para llevarnos a un ejercicio más rico de la limosna, teniendo en cuenta que esta debe de costa y doler, como nos dice el Papa Francisco en el mensaje de la Cuaresma 2014 “desconfío de la limosna que no cuesta y no duele”
Pongamos en Dios nuestro corazón y esperemos de su misericordia lo mejor como grita el salmo
Oh Dios crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rosto,
no me quites tu santo espíritu.