DOM-17-B

domingo, 19 de julio de 2015
26 JULIO 2015
DOMINGO 17-B

Jn 6,1-15. Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron.

4 comentarios:

Paco Echevarría at: 19 julio, 2015 08:28 dijo...

DE LO POCO Y DE LO MUCHO (Jn 6,1-15)

Juan reaparece este domingo para contarnos el milagro del pan y de los peces. Y lo hace con el estilo que le es propio: lleno de evocaciones y resonancias del Antiguo Testamento. Primero nos muestra la incapacidad de los discípulos para satisfacer la necesidad de la gente -cinco panes y dos peces es mucho para uno, pero poco para muchos-. Luego nos dice que eran cinco mil hombres -cincuenta era el número de las hermandades de profetas: el grupo de los discípulos será un pueblo de profetas-. Y añade que había hierba en el lugar -el Buen Pastor va a alimentar a su rebaño-. El mensaje es evidente: Jesús toma en sus manos la generosidad humana y multiplica por mil su eficacia de modo que los dones del Reino sacien tanto al antiguo como al nuevo pueblo de Dios. La generosidad de los hombres sólo es un signo de la infinita generosidad del Creador.

A la luz de este relato es inevitable pensar en nuestro mundo donde la abundancia de unos contrasta escandalosamente con la escasez de otros, pues, hay pocos que tienen mucho y muchos que tienen poco. En el relato, el joven del milagro renunció a lo suyo y así pudo comer él y todos los demás. Si hubiera pensado que más vale un estómago lleno que cinco mil vacíos, no hubiera habido milagro. El evangelista advierte que Jesús -sólo él- sabía lo que iba a pasar. El joven no midió las consecuencias de su gesto: fue generoso, sin más. Tal vez pensó que no era justo tener de sobra mientras los demás estaban desfallecidos. Tal vez sólo pretendió ser solidario en la necesidad. Jesús da la vuelta a la situación y hace ver que lo que parece pérdida no es sino el principio de una gran abundancia, como la muerte del grano no es acabamiento, sino comienzo de la espiga.

Es penoso que, después de tanto tiempo -casi dos mil años- aún no hayamos entendido la lección y mientras una parte del mundo se muere de hambre, otra hace regímenes de adelgazamiento. En la etapa del desierto Israel aprendió que sólo es necesario lo suficiente y que es inútil -y signo de ambición- acumular. El maná que se guardaba, se pudría. ¿Qué pasaría si un día el mundo fuera un desierto y la humanidad un solo pueblo en el que fuera inútil guardar nada para luego? ¿Para qué serviría la ambición o la competencia? En los primeros siglos los Santos Padres así lo entendieron. Creo que fue el Crisóstomo quien dijo a los cristianos -a los de entonces y a los de ahora- que la ropa que se apolilla en el armario es del que tiene frio y la comida que se pudre en la alacena es del que tiene hambre. Bien sabían entonces que sólo la renuncia hace posible la posesión; que las necesidades de los hombres son más importantes que la posesión de las cosas; y que ser es más hermoso y gozoso que poseer.

FRANCISCO ECHEVARRÍA

juan antonio at: 22 julio, 2015 18:58 dijo...

Dice un dicho popular que en la casa del pobre, siempre sobra, siempre hay para todos y sobra, siempre llega a todos el pan compartido y sobra: sirva esto como preámbulo a la reflexión de esta semana.
Hoy la Palabra corresponde a la multiplicación de los panes del Evangelio de Juan, la primera de ellas, narrada por los cuatro evangelistas y la segunda solo Mateo y Marcos.
Si la semana pasada el Evangelio de Marcos terminaba con la compasión de Jesús por el pueblo que andaba como ovejas sin pastor, esta compasión se manifiesta esta semana al expresar Jesús ese deseo de satisfacer el hambre de tantos.
El Evangelio de Juan, creo que único, nos presenta a un muchacho que tenía unos panes y unos peces, en los otros, es Jesús quien pregunta, pero el resultado es el mismo, de lo débil, lo frágil, salta la abundancia, la saciedad para todos, siempre lo poco, lo pobre, la nada.
Jesús siempre nos pide poco, fe como un grano de mostaza, pero eso sí, sin peros, sin tengo que, sin hay que...., esa poca fe que nos pide, esa confianza, esa entrega, tiene que ser plena, total para que acojamos el inmenso amor de Dios.
Juan no narra en su Evangelio la institución de la Eucaristía, pero en este capítulo sexto proclama el más hermoso y completo texto sobre la misma, empezando por esta muestra de compasión dando alimento a tantos necesitados, partiendo de lo poco, de lo débil y pobre.
Volviendo al principio, ¿en nuestra casa, en nuestra Iglesia, sobra y no falta a nadie alimento, acogida, compasión, atención, dignidad rehecha o nos marchamos tristes de cada celebración eucarística, como aquel joven, porque tenemos muchas cosas?
¡Ay de nosotros los ricos!
Y han pasado siglos y seguimos sin comprender a ese Cristo que pateó nuestra tierra, comió, bebió y vivió con todos “haciendo el bien”.
Hagamos del pasaje de la carta a los Efesios, una hoja de ruta para nuestra vida, al menos para esta semana, poniendo el acento de nuestra oración en ser dignos de la vocación a la que hemos sido Llamados.
María, Madre de Dios y de todos los hombres, ayúdanos a decir AMEN

Maite at: 22 julio, 2015 20:45 dijo...

Evidentemente Jesús es mucho mejor pedagogo que Eliseo, que se pasaba de seco. Jesús, con el milagro de la multiplicación de los panes y los peces pretende enseñarnos muchas cosas, además de dar de comer a una multitud hambrienta.

Jesús es el Señor, que abre la mano y sacia de bienes a todo viviente, al decir del salmista. Es justo en todos sus caminos y bondadoso en todas sus acciones, y está cerca de quienes le invocan.

Pero no quiere que sus seguidores sean sujetos pasivos de su bondad y misericordia, quiere que hagan con sus hermanos lo mismo que Él. Nos pide sensibilidad para estar atentos a las necesidades de los demás y solidaridad para compartir lo que tenemos, poco o mucho. La generosidad multiplica los bienes, que son de todos y para todos, y soluciona las carencias y necesidades. Después hay que ejercitar la responsabilidad de evitar que nada se desperdicie.

Hemos olvidado nuestra llamada a ser administradores de los bienes y nos hemos erigido en explotadores abusivos y destructores de la Hermana Madre Tierra, como nos indica el Papa Francisco en su última encíclica.

Cada uno podemos poner en manos de Jesús nuestros cinco panes y dos peces, después de mirar, con sus ojos y desde su corazón, a tanta gente que tiene menos todavía. Todo momento es bueno para empezar a construir la civilización del amor, el Reino de Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo y lo invade todo. Pero ha querido contar con nosotros para que a nadie falte el pan de cada día. Él no tiene la culpa de las desigualdades sociales, de que a unos les sobre lo que a otros les falta, de la gestión injusta de la riqueza de todos. Ya nos ha mostrado el camino, y nos ha hecho responsables de la suerte de los otros.

{ ALBERTO } at: 27 julio, 2015 08:19 dijo...

A VECES BUSCAMOS GRANDES ACONTECIMIENTOS SOBRENATURALES Y MILAGREROS. Y SIN EMBARGO, COMO EN EL EVANGELIO DEL DOMINGO ( MULTIPLICACION DE LOS PANES Y PECES ), JESUS, NUEVAMENTE, NOS DEMUESTRA QUE EL VERDADERO MILAGRO ES EL COMPARTIR ( CARIDAD/ SOLIDARIDAD... EN EL FONDO " AMOR A LOS DEMAS " ). QUIEN TIENE MAS Y MUCHO LO PONE EN COMUN Y LLEGA AL QUE TIENE MENOS , Y AUN SOBRA EN ABUNDANCIA. Y DESPUES DE MAS DE DOS MIL AÑOS SEGUIMOS SIN ENTENDERLO. ESCANDALOSO PERO REAL. Y A LA VEZ SENCILLO Y CLARO.
PIDAMOS QUE NUESTRA ACTITUD SEA DE LA COMPARTIR, INCLUSO PARA EL QUE TIENE MUCHO Y POCO, PUES EL VERDADERO FONDO DEL MENSAJE ES EL DE " RETENER " ( PARA EL QUE TIENE POCO O MUCHO.
COMPARTAMOS Y SOBRARA PARA TODOS. AMEN