DOM-25A

domingo, 17 de septiembre de 2017
24 SEPTIEMBRE 2017        

DOM-25A

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 17 septiembre, 2017 19:02 dijo...

LOS ÚLTIMOS Y LOS PRIMEROS

Si hoy ocurriera lo que cuenta la parábola de los jornaleros, el dueño de la viña se encontraría con no pocos problemas, pues su forma de actuar -pagar el mismo salario por diferente trabajo- parece ir contra la lógica y la justicia. La parábola ya resulta un poco extraña, porque es a primera hora cuando los jornaleros acuden a la plaza demandando empleo y no al atardecer, cuando la jornada laboral está a punto de acabar. También resulta ilógico que se pague a todos lo mismo. Una vez más, en el lenguaje de Jesús, la lógica humana falla cuando se trata de comprender los asuntos de Dios.

La verdad es que no está tratando un tema relacionado con la justicia social, sino con la bondad. Frente a los fariseos, que defendían la ley del mérito -la bondad será premiada y la maldad, castigada-, Jesús ofrece la ley de la gracia -la bondad será premiada y la maldad, perdonada-. Un planteamiento semejante tenía que ser necesariamente rechazado. Pero la parábola va a más porque indica de dónde procede el enfado: de la envidia. Que Dios sea justo con los buenos no le impide ser misericordioso con los pecadores. Los rabinos tenían tasada la recompensa y habían establecido para cada obra buena su correspondiente paga divina. Jesús, mediante la parábola, suprime este modo de pensar y establece unas nuevas bases. En definitiva, sustituye la justicia por la gracia y propone un nuevo modo de afrontar los asuntos de los hombres. En la Iglesia y en el Reino de Dios, éstos se han de guiar por reglas muy distintas de las humanas o, de lo contrario, nunca saldremos del atolladero. Y de nuevo surge el escepticismo: ¿Cómo podría sostenerse una sociedad así?

La verdad es que la sociedad entiende este planteamiento como el mejor, aunque lo aplica en muy contadas ocasiones. De hecho los tribunales son tribunales de gracia y justicia porque administran una u otra según las circunstancias aconsejan. Esto nos coloca frente al problema del régimen penitenciario actual. Parece ser que la cárcel no ha de ser medio de castigo, sino de rehabilitación del delincuente. Los últimos informes dicen que la mayor parte de los internados en ellas lo son por delitos relacionados con la droga. Y ahora viene el dislate: cuando un joven -tras un programa largo y exigente- logra rehabilitarse fuera de ella ¿qué sentido tiene la cárcel? Si ya está rehabilitado, ésta sólo tiene un valor punitivo. A no ser que la sociedad sólo pretenda quitar de enmedio a los que les estorba, es decir, no busca remediar males sino evitarse problemas. El régimen de la gracia defiende el bien final del hombre y es una apuesta por la bondad radical del mismo. Habría que ver la forma de compaginar gracia y justicia y explorar caminos que, mirando el bien del individuo y de la sociedad, resuelvan los problemas en lugar de enquistarlos. El beneficio social sería grande y el personal, aún mayor.

juan antonio at: 18 septiembre, 2017 18:27 dijo...

TODOS LLAMADOS
Esta semana la Palabra de Dios nos convoca a buscar a Dios ahora que lo podemos encontrar, ahora que lo puedo invocar porque está cerca, ahora que me llama, ahora que se deja caer por nuestras vidas, convocándonos a la santidad a que estamos llamados como nos dice S. Pedro en su primera carta ( 1,15) citando el libro del Levítico (11,44), en definitiva somos llamados, todos tenemos una vocación que empieza en nuestro bautismo, en el que se nos hace hijos de Dios y miembro de su Iglesia y que posteriormente tenemos que confirmar mediante un acto nuestro en ese encuentro con una persona viva y presente que no es otro que Jesucristo, como nos dice Benedicto XVI en la carta Porta Fidei.
En una de las semanas pasadas, hablábamos de que la Madre Teresa nos decía que el fruto de la fe es el amor y como dice el Apóstol Pablo, (2ª Co 5,14) el amor de Cristo nos apremia, a qué, a trabajar en su viña, sea la hora que sea, sea la edad que tengamos, la formación, la preparación, los achaques, siempre debemos de trabajar en su viña, en la que unos soportarán el calor y el bochorno y otros, solamente la frescura de la tarde, pero no tenemos excusas para no ser obreros de la viña del Señor, porque simplemente como nos dice Isaías “mis planes no son vuestros planes, mis caminos no son vuestros caminos” y terminamos con la recomendación de S. Pablo “Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo”.
¿Ahí es ná! Como diría el hombre sencillo y humilde de corazón, abierto a la voluntad de Dios, en cada amanecer de la creación.
Pensemos en nuestra vocación de cristiano, cada uno en el estado en el que Dios le ha puesto, pero con un denominador común: todos somos trabajadores del Reino de Dios hasta nuestro último suspiro.
Seamos conscientes a qué altura estamos llamados, “Sed santos porque yo soy santo”.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a invocar al Señor sinceramente, AMEN.

Maite at: 19 septiembre, 2017 19:13 dijo...

La parábola del propietario de la viña y sus jornaleros ilustra como pocas las palabras de Isaías: Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos. Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros; mis planes que vuestros planes.

Más importante que detenerse en la perplejidad que provoca la conducta del propietario de la viña por atípica, es fijarse en las palabras con que Jesús introduce su relato: El Reino de los cielos se parece a un propietario... Y en aquellas con las que cierra la parábola: Así, los últimos serán los primeros, y los primeros los últimos.

Sí, en el Reino de los cielos el propietario de la viña cuida de todos y cada uno de sus trabajadores. Lo de menos es la explotación de la viña. Lo más importante son los obreros: que tengan trabajo y que cobren lo que es justo y necesitan; los de la primera hora y los de la última. El propietario es libre y magnánimo para hacer lo que quiera, lo que le dicta su corazón. Es bueno.

El propietario de la parábola es imagen del Dios al que canta el salmista: Es bueno con todos, cariñoso con todas sus criaturas. Justo en todos sus caminos, bondadoso en todas sus acciones. ¿Acaso se le pueden pedir explicaciones por ello?

Todos nosotros somos trabajadores de la viña, unos desde la primera hora, otros llamados a media mañana, y los hay que trabajan desde el atardecer. No nos toca a nosotros ocuparnos del salario de cada cual, sino alabar y bendecir al Padre de todos porque es bueno y a todos nos llama a su viña.